¡Apagando el incendio!
Cuando nos hablan de un incendio lo primero que se nos viene a la mente es la imagen de llamas de fuego que se expanden, consumiendo a su paso todo lo que encuentran. Al llevarlo al plano familiar esta imagen descrita encaja a la perfección, ¿cuántas veces las peleas en el hogar se hacen tan grandes que terminan por consumir todo lo que era una familia? Una pequeña palabra mal dicha (o mal interpretada) en un momento de rabia puede desatar todo un caos en nuestras casas, volviéndola un verdadero infierno.
En nuestros hogares siempre existirán situaciones buenas y malas que debemos afrontar, y en nosotros está el hacer de cada una de ellas un motivo de edificación y crecimiento. Pensemos en ayudar en la evolución positiva de nuestra familia y dejemos de ser de los que avivan las llamas de la discordia; incorporemos la escucha e interpretación en lo que se nos dice, pues generalmente es de importancia el comentario que nos vienen a dar, pero también aprendamos que no es tan poderoso lo que tenemos que decir sino la forma en que lo hacemos.
Recordemos que en nuestra legua tenemos el poder de sanar o destruir, es por ello que debemos ser más racionales que emocionales al dirigirnos a otros. ¿Qué quiere decir esto? Que debemos aprender a usar la razón y no la emoción cuando nos relacionamos con los demás, pues de esta manera evitaremos incendios en el hogar que podrían perjudicarnos a todos.
Algo más que debemos tener en cuenta son nuestras prioridades, invirtiendo primeramente nuestro tiempo en Dios y la familia, para luego atender lo demás y no hacerlo de forma contraria como muchos acostumbran, pues las personas que priorizan de forma errada al momento de llegar la tormenta no saben cómo afrontarla y terminan desechos y sin nada al venirse todo su mundo abajo.
No dejes que la rutina y la distancia, así como las reglas sin sentido arruinen tu vida familiar y tu relación con Dios. Sana las heridas provocadas en el pasado y aprende a perdonar a otros no importa cuál sea la ofensa cometida.
No olvides trabajar con la forma como dices las cosas, determina qué origina los conflictos en tu hogar y acciona soluciones trascendentes para ti y tu familia.
Pastor: Carlos Aréjulo.
Recopilado por: Maribel Rodríguez.
Cuando nos hablan de un incendio lo primero que se nos viene a la mente es la imagen de llamas de fuego que se expanden, consumiendo a su paso todo lo que encuentran. Al llevarlo al plano familiar esta imagen descrita encaja a la perfección, ¿cuántas veces las peleas en el hogar se hacen tan grandes que terminan por consumir todo lo que era una familia? Una pequeña palabra mal dicha (o mal interpretada) en un momento de rabia puede desatar todo un caos en nuestras casas, volviéndola un verdadero infierno.
En nuestros hogares siempre existirán situaciones buenas y malas que debemos afrontar, y en nosotros está el hacer de cada una de ellas un motivo de edificación y crecimiento. Pensemos en ayudar en la evolución positiva de nuestra familia y dejemos de ser de los que avivan las llamas de la discordia; incorporemos la escucha e interpretación en lo que se nos dice, pues generalmente es de importancia el comentario que nos vienen a dar, pero también aprendamos que no es tan poderoso lo que tenemos que decir sino la forma en que lo hacemos.
Recordemos que en nuestra legua tenemos el poder de sanar o destruir, es por ello que debemos ser más racionales que emocionales al dirigirnos a otros. ¿Qué quiere decir esto? Que debemos aprender a usar la razón y no la emoción cuando nos relacionamos con los demás, pues de esta manera evitaremos incendios en el hogar que podrían perjudicarnos a todos.
Algo más que debemos tener en cuenta son nuestras prioridades, invirtiendo primeramente nuestro tiempo en Dios y la familia, para luego atender lo demás y no hacerlo de forma contraria como muchos acostumbran, pues las personas que priorizan de forma errada al momento de llegar la tormenta no saben cómo afrontarla y terminan desechos y sin nada al venirse todo su mundo abajo.
No dejes que la rutina y la distancia, así como las reglas sin sentido arruinen tu vida familiar y tu relación con Dios. Sana las heridas provocadas en el pasado y aprende a perdonar a otros no importa cuál sea la ofensa cometida.
No olvides trabajar con la forma como dices las cosas, determina qué origina los conflictos en tu hogar y acciona soluciones trascendentes para ti y tu familia.
Pastor: Carlos Aréjulo.
Recopilado por: Maribel Rodríguez.
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