domingo, 16 de mayo de 2010

Rico de igual manera.

La sociedad en la que vivimos a diario sufre cambios imparables, llevándonos a gastar más de lo necesario, en la búsqueda de mantener un estatus delante de los que nos rodean; la necesidad de consumo nos invade y se extiende por todos lados, los medios de comunicación masivos nos abarrotan cada día con publicidad en búsqueda de vendernos más y más cosas, la mayoría innecesarias, pero haciéndonos creer lo contario.

Es en este punto donde debemos aprender que todo lo que está fuera de nuestras necesidades básicas (hogar, comida, medicina, entre otros) es dinero extra que podemos usar de manera sabia, pero que por lo general gastamos en lo que no es necesario; la pregunta de este día es: ¿Qué estás haciendo con ese dinero extra? Detente un momento y analízala, si la respondes con sinceridad lograrás saber a quién le perteneces.

Pensemos por un momento que muchas veces en la búsqueda de “eso que nos hace falta” perdemos el énfasis de lo que estamos haciendo dejando de ser agradecidos con Dios y con lo que Él nos da; los deseos se vuelven más importantes que nuestras necesidades y comienzan a controlarnos haciéndonos personas consumistas, que trabajan para pagar sus deudas y es de esta manera como comienza el descontrol en nuestras vidas. Y muchas veces no es hasta que vemos personas que tienen menos que nosotros que nos damos cuenta de lo bendecidos que somos a diario y es porque notamos en estas personas su agradecimiento genuino para con Dios aun en lo poco que pueden tener, pues en su humildad han aprendido el principio de ser agradecidos, mientras que nosotros estamos tan ocupados acumulando riquezas terrenales que olvidamos que el tiempo se agota y a este no lo podemos comprar por mucho dinero que logremos acumular; estamos tan aferrados a cosas superfluas que nos olvidamos de lo que realmente importa (Dios, la familia y los amigos) volviéndonos esclavos de las posesiones materiales y perdiendo el propósito para el que fuimos creados.

El llamado hoy día es a ocuparnos de lo trascendente y no preocuparnos por lo que dejaremos cuando ya no estemos más; y recordar que aún no teniéndolo todo podemos ser ricos si tenemos junto a nosotros la presencia Divina de Dios.

Pastor: Carlos Aréjulo.
Recopilado por: Maribel Rodríguez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario